«Crecí escuchando mucho acerca de un Dios con atributos maravillosos cuando le compartieron a mi madre del Señor en el funeral de mi padre. Yo tenía 10 años.
Nunca me rendí totalmente a Dios, no sabía lo que eso era realmente; lo conocí hace un par de años tras la ruptura de mi matrimonio. El Señor nuevamente estuvo ahí… en medio del “pozo cenagoso” del dolor, de la soledad, de la impotencia… ahí lo conocí. Han sido un par de años de conocer a un Dios vivo y real.
Ha sido un proceso de sanidad dependiendo de Él, ha sido un tiempo para ver cómo provee de forma sobrenatural. Lo he sentido con su amor infinito en medio de la familia que él ha reorganizado para mis hijos y para mí en una nueva ciudad.
Él cambió mi vida.»
Por: Yuli Lorena Sánchez, 37 años
Cenfol Mutis – Bucaramanga